Enciclopedia del vino
Este portal ha sido concebido para mostrar al mundo lo mejor del vino y los alimentos de España. Con más de 700 páginas y casi 1.200 fotografías, pretende acercar al usuario toda la gastronomía de España, con sus maridajes y sus complementos.
En nuestra tienda sólo va a encontrar vinos de España seleccionados, premiados y de gran reconocimiento. Pretendemos alejarnos de los vinos comerciales y poner su disposición productos de alta selección. Todos ellos a precios de bodega y con el transporte y los impuestos incluidos.
Esperamos que le guste…
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La España del vino y la vida buena.
El propio Aristóteles diferenciaba entre la «buena vida» (no hacer nada, no esforzarse) y la «vida buena» rodearse de costumbres saludables y una alimentación solaz). España es un país donde elegir la vida buena es sencillo. Basta con tener algunos conocimientos, proveedores de calidad y un poco de dinero.
Mientras que toda la Costa Este de Estados Unidos desayuna y come de la misma manera, en España cada región, cada provincia y cada pueblo tienen sus propios productos y sus propias recetas (sólo en Andalucía hay más de 12 maneras diferentes de hacer el gazpacho). Conocer los alimentos y el vino de España es casi una obligación y, desde luego, una devoción.
Las fiestas populares de España se encomiendan a los santos y al buen comer y beber. Desde Huelva hasta Gerona, nuestra geografía se salpica de buenas viandas y buenos caldos con los que refrescar a los paisanos. Fiestas de la vendimia, sardinadas, paellas gigantes, calçotadas, migas populares… Toda España está repleta de ferias y fiestas donde promocionar y degustar su rico arsenal gastronómico.
Desde que Alfonso X el sabio decidiera servir aperitivos junto al vino, para evitar que sentara mal a sus invitados, los productos tradicionales y el vino de España han ido de la mano. Los españoles hemos aprendido a tomar vino (nos hemos avinatado) junto a suculentas tapas.
La nueva cocina española, de renombrados cocineros muchas veces demsiado hidrogenados, se ha convertido en referente mundial para todos aquellos que pretenden hacer de un plato mucho más que algo con lo que llenar el estómago. Pero los mismos cocineros reconocen que parten de una alacena repleta de alimentos de calidad.
Porque España cuenta con una despensa soberbia, con una cultura culinaria que no posee ningún otro país. Sirva este portal como escaparate virtual del vino y los alimentos de España…
La modernización de los vinos de España…
Los vinos de España han alcanzado unos niveles de calidad muy altos. Desde que, a mediados del siglo XIX , unos cuantos pioneros comenzaran la modernización de los sistemas de vinificación en las bodegas de La Rioja y La Ribera del Duero.
Esa reconversión voluntaria de algunas bodegas del norte de España incluía el arranque de cepas antiguas, el cambio en los sistemas de producción, cuyos mayores exponentes serían: La fermentación del mosto a temperatura controlada en nuevos depósitos de acero inoxidable, el cambio a barricas de roble nuevas y la aclimatación al terreno de nuevas variedades de uva procedentes de Francia que en España han encontrado una tierra magnífica donde desarrollarse.
Pero los franceses ya conocían los vinos de España originales. La plaga de filoxera, que acabó con buena parte de las cepas francesas, apenas traspasó la barrera geológica de Los Pirineos. Los bodegueros franceses acuden entonces a los pagos del norte de España en busca de uvas con las que poder producir vinos de calidad. La tradicional variedad tempranillo dejó muy satisfechos a los productores del país vecino que la emplearon para producir y embotellar sus vinos.
Ese proceso de modernización no ha concluido aun. Las exigencias propias de los bodegueros y las que marcan las propias denominaciones de origen, en su búsqueda de la calidad y la diferenciación, están consiguiendo que los vinos Españoles sean mejores y más consumidos que nunca.
Los españoles van dejando atrás aquellas frascas de vinos ásperos, de vinos duros y abocados, de color rosáceo, y con profundo regusto a alcohol. Los vasos chatos han dado paso a copas altas y en las mesas de los restaurantes se pueden ver decantadores posándose entre los afortunados comensales. Son muchos los que se atreven a solicitar una añada concreta o contar con un vino de referencia.
Esa comunión entre la tradición cultural vinícola y la mejora en los sistemas de producción pudiera estar en la base del éxito creciente de los vinos de España.
Pero avanzar sin mirar hacia atrás nos puede hacer perder el rumbo. Cambiar tabernas por enotecas, y tascas, ventas y mesones por vinotecas nos puede hacer descarrilar del todo. España debe buscar su futuro gastronómico sin olvidar sus ancestros; su punto de partida.
Los sumiliers nos ayudan a descubrir nuevas esencias en los vinos y nos garantizan la satisfacción plena de nuestros invitados. Los taberneros nos divierten con sus chascarrillos, nos escuchan cuando estamos tristes y comparten con nosotros barra y charla; los taberneros se saben nuestros nombres.
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Santuarios de los vinos de España…
En España, el vino se consagra en sus santuarios y sólo allí se saborea en todo su esplendor.
Tomarse unos vinos en cualquier taberna de la calle del Laurel, en el casco antiguo de Logroño, picando unos champiñones para apaciguar los bríos de los crianzas que allí despachan en copas altas, es un placer al que ningún amante del vino debería renunciar. Taberna a taberna, el vino dadivoso eleva las voces de la gente y la temperatura de la calle, donde se agolpan los adoradores de los vinos de La Rioja que ya no caben en las tascas. Mejor en el invierno frío de Logroño.
Levantar un catavinos, apretando bien la base para no calentar el vino, es un acontecimiento que tiene lugar en las infinitas tabernas de Sevilla todos los días. Un fino en la calle Betis, junto al puente de Triana, en la orilla misma del Guadalquivir es como consagrar el vino de Jerez. Es un instante único de la primavera.
Porque los vinos finos nacen en Jerez pero mueren en Sevilla, en el río grande.
Por toda España, los amantes del vino se entregan a su devoción en los rincones más entrañables.
Unos buenos vinos de La Ribera del Guadiana, en la romana Mérida junto a un papel de jamón ibérico de Extremadura se puede encontrar en cualquier taberna de los alrededores de la calle Santa Eulalia, no cuesta nada y nos lo da todo.
Merodear por el centro de Valladolid en busca de buen vino siempre tiene recompensa. El camarero se te acercará con una botella recién abierta y una copa alta mientras te abres paso entre las gentes y las voces que llenan cualquier taberna del centro; allí no se pregunta qué vino quieres y ofenderías al tabernero si pides otra denominación distinta de los vinos de La Ribera del Duero. Si la cosa nos da para sentarnos ante un lechazo…
Jumilla y pulpo es un buen maridaje que sólo se da en los bares de Murcia, o mejor en la calle, de pié, charlataneando con los amigos al sol amable del sureste.
En Barcelona, los japoneses hacen fotografías a los puestos (paradas) del mercado de La Boquería. Mientras, en los enjutos bares del interior y de los alrededores, los paseantes detienen su prisa para adentrarse uno de los vinos de las innumerables denominaciones de origen que Cataluña tiene. Yo me quedo con un potente Priorato y unas gambas bermejas bien planchadas.
España está llena de momentos del vino, de sitios del vino…
El Guadalquivir desemboca junto a los bares y bodegas de Bajo de Guía, en Sanlúcar de Barrameda. Sus aguas cansadas ya estuvieron tomando vinos de Montilla-Moriles en la Córdoba califa y vinos de Jerez en Triana. Ahora lo despedimos levantando una Manzanilla fría frente a su marisma. Toda la luz del sur destella en nuestro vaso.
En el otro lado de España, a medio día buscando marisco gallego, nos entonamos unos buenos vinos de Albariño junto a la Plaza de Maria Pita, en La Coruña. Unas ostras de San Xenxo nos saben a todo el mar y el albariño a toda la tierra húmeda de Galicia; ya estamos en el cielo. Mejor si llueve.
Valdepeñas es tierra de vinos ancestrales. Buenos vinos que no siempre han estado valorados como debieran. Un reserva bien decantado y unos tacos de queso manchego son un placer inexcusable cuando se viaja entre Andalucía y Castilla. El bueno de Sancho y el propio Don Qujote ya se deleitaron en la ficción con estos vinos; unos de los más consumidos en España.
Una experiencia única resulta cuando nos encontramos en un lugar único. Por eso, tomarnos unos vinos de Málaga, unos buenos Pedro Ximénez, en «La Antigua Casa del Guardia» de la capital de la Costa del Sol es una experiencia vital para cualquier amante de los vinos de España. En la misma Puerta del Mar, rodeados de barricas de roble nos pedimos unas cigalitas de la bahía y nos entonamos con varios «pedritos» (como aquí se les llama cariñosamente a estos vinos). Despacioseando, apuramos en nuestro vaso toda la historia del sur en una de las tabernas más antiguas de España; un auténtico santuario de nuestros vinos.
En la capital de España, por Embajadores, en el Madrid de siempre, nos vamos de vinos. Sus nuevos caldos, menos recios, más al gusto de ahora, han mejorado mucho y nos invitan a una charla tabernera entre amigos. Para bajarlos bien, yo me pido unos callos.
En pleno verano, cuando las mujeres llenan las playas y los hombres se cansan de pedir un vino malo en el chiringuito (de esos a los que hay que echarles gaseosa de naranja para no morir envenenados) les cuento un sitio… Bodega «Pajarete», en Benálmádena (Málaga), casi en Benalmádena Costa. Escondidos de los güiris y los pareos, en esta oscura taberna nos pedimos un «pintaito» (mezcla de vino fino y pedro ximénez) muy frío. Para picar, lo mejor es pedir una tapa de su excelente carne mechada. Es el mejor veraneo. Está en la calle Extremadura de Arroyo de la Miel.
En el norte de España, la calle de la Estafeta, en Pamplona, es muy conocida por los encierros de San Fermín. Esto ocurre una semana al año y es el acontecimiento más conocido de España en todo el mundo. Menos conocidas son las tabernas que se agrupan en casi todos los bajos de la calle. Impresiona la calle un viernes noche, con las tabernas llenas de amantes de los vinos navarros. Si además conseguimos un sitio en la barra y nos hacemos con unos espárragos de Navarra que comernos con los dedos, seremos unos privilegiados.
Para los amantes de los vinos poderosos y las comidas poderosas, tomarse en Zamora un guiso de morros con unas copas de vinos de Zamora dan para mucho.
Santuarios los de Jerez de la Frontera. Antiguas bodegas donde se criaba la flor de los vinos finos, se han reconvertido en restaurantes y bares que más bien parecen museos. Turistas de toda España y extrangeros amantes de nuestra tierra se dan cita en estas latitudes buscando la vida buena del Sur. Aquí seguro que nos dan un fino como Dios manda, a su temperatura, en su catavinos y nos premian con un plato de aceitunas.
Pero los mejores vinos de Jerez se toman en «La Albariza», en la calle Betis de Sevilla. Allí la manzanilla la traen todos los días de Sanlúcar de Barrameda para que no se «remonte». Unas gambas blancas de Huelva (las mejores de España sin ofender a nadie) para acompañar y tan contentos.
Un albariño, yo me pido un albariño de los buenos, bien fresquito cuando me adentro en las tabernas gallegas del casco viejo de La Coruña o en el mismo San Xenxo. Unas zamburriñas al vapor con limón y a vivir…
Las islas Canarias cuentan con una buena bodega en la actualidad. Atrás quedaron los tiempos gloriosos de los vinos de Malvasía, que llevaban las bodegas de los barcos camino del nuevo mundo. Los vinos canarios de Tacoronte están a la altura de las circunstancias. Mi amigo Pedro me lo sirve en Arguineguín siempre con «papas arrugás» mojo palmero y un queso majorero que quita el «sentío». Porque en la España de ultramar también saben lo que se cuece.
Fdo.:Jacinto Baez de Mora (Sumillier de «Cavas Bajas», Albacete).
Los bares y los vinos de España…
En España nadie va a los bares a beber vino o cerveza. La gente va a los bares por muchos motivos… Una buena charla con un amigo, una tapa reconfortante en compañía de una pareja entrañable, un vistazo al diario «de valde» junto a un buen Rioja, un fino de Jerez o un Ribera del Duero te lo dan todo por un par de euros de nada.
Los tertulianos tienen siempre su sitio en los bares; tienen sus rincones y no los ceden a nadie por nada del mundo. Siempre se les ve en animada charla, discutiendo de futbol, de política o de lo que sea… Una buena charla por un par de euros es una de las cosas más baratas que se pueden encontrar en este mundo.
En muchos bares de Madrid, Logroño, Vitoria, Badajoz, Sevilla, Valladolid y otros lugares de España se han puesto placas en honor a estos tertulianos que se pertrechan en la barra (sea cual fuere el flanco de esta) desde la una de la tarde hasta que da la hora de irse a comer. Estas placas suelen decir «Rincón de Pedro el de Antequera».
Allí llegas y siempre encuentras a alguien con quien conversar… Siempre se habla de lo mismo, de «lugares comunes», de aquellos temas en los que converger, de recuerdos de España, de cuando todo parecía mejor o, al menos, todo era más sencillo…. La gente habla de sus pueblos, de las comidas de antes, del frío que se pasaba en las casas, de lo caro que está todo, de lo que ganan los futbolistas, de lo poco que gasta su coche y de lo listos que son sus hijos. Las tertulias son así y están para reconfortar a las almas solitarias que pueblan los bares y tabernas de esta España tan grande que tiene en los bares el atrio romano donde se arreglaba todo.
España es el país del mundo con mayor densidad de bares y más número de camareros por habitante. No sabemos si esto contribuye demasiado a nuestra salud física, pero de lo que si lo estamos es que contribuye sobremanera a nuestra profilaxis mental, porque allí nos desahogamos con nuestros camareros-psicólogos y con los tertulianos a los que siempre tenemos algo nuevo que contar.
Un vaso de vino bien empuñado a la hora del aperitivo y una tertulia amable valen muy poco y nos dan mucho. Esta costumbre, tan arraigada en todos los sitios de España, no debería perderse por nada del mundo.
A menudo se habla del «hecho diferencial» de ésta o esta otra comunidad autónoma… En lo que no nos diferenciamos en absoluto es en nuestro gusto por los bares, el vino bueno, la charla y el aperitivo; porque España, en esto, sigue siendo diferente.
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