Dejarnos llevar por nuestra intuición es bueno a la hora de comprar los vinos que luego conservaremos en casa. Sin embargo, conviene seguir algunas recomendaciones, si no queremos evitar sorpresas.
El vino es un ser vivo, es como un niño, tremendamente delicado. Por eso, el lugar donde compremos el vino resulta determinante para contar con todas las garantías a la hora de comprar un buen vino.
Para adquirir un vino normal, de consumo nos basta cualquiera de los grandes almacenes que se encuentran cerca de casa. Sin embargo, si lo que pretendemos es conservar vinos con los que presumir ante los amigos de bodega, estos sitios resultan inadecuados para la adquisición de vinos de cierta enjundia.
Lo ideal es dirigirnos a una tienda especializada donde, con toda seguridad, nos podrán orientar a la hora de adquirir un vino, que nos permita una prolongada conservación y que sea capaz de mantener sus cualidades intactas.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta son las cualidades del local, sobretodo en lo que se refiere a la conservación de los vinos que acoge. Así, el vino deberá estar en posición horizontal o inclinada de modo que el corcho se encuentre impregnado de vino, de lo contrario se habrá resecado, siendo permeable a olores externos, o bien el vino destilará un profundo olor a corcho.
En segundo lugar, el lugar de compra no deberá tener excesiva luz, sino la suficiente para el normal desarrollo del negocio. La luz sólo conseguirá alterar las condiciones internas del vino, si bien la opacidad de algunas botellas impiden una rápida degradación.
Los vinos blancos que vayamos a adquirir y los vinos espumosos deberán ser del año, pudiendo ser de añadas anteriores los vinos tintos de crianza, los vinos de tintos de reserva y los grandes reservas. Hay en el mercado muy pocos vinos blancos que aguanten crianzas largas y mucho menos en botella.
Debemos descartar aquellos vinos muy expuestos. Aquellos que se encuentren en escaparates o displays promocionales deben ser descartados dado que han soportado mucha radiación lumínica y muchas vibraciones.
Los vinos con la etiqueta manchada también deben ser descartados. Esto nos habla de pérdidas de líquido o de una mala manipulación.
Debemos fijarnos en el aspecto del vino. Un color oscuro en los vinos tintos nos estará indicando una mala conservación. Por su parte, los vinos blancos deben mostrarse alegres y brillantes. Los vinos turbios deberán ser descartados por encontrarse mermados de cualidades (excepción hecha del vino turbio de Galicia cuyo encanto radica en su turbiedad, precisamente aunque no se trate de un vino especialmente cualificado).
La cápsula de la botella de vino deberá estar prieta. Descartemos botellas cuyas cápsulas se encuentren “bailando”. Esto puede ser debido a cambios de temperatura que facilitan contracciones y dilataciones de las cápsulas metálicas.
Comprar directamente del bodeguero es una práctica que muchos de los aficionados tienen como costumbre en la actualidad. La posibilidad de adquirir vinos a un mejor precio, o de comprar lotes de diversos vinos y añadas mediante suculentas ofertas resulta tentador para los amantes de los vinos. Ciertamente resulta una buena fórmula para conseguir una buena bodega propia a un buen coste.
La conservación de las botellas de vino en las bodegas de origen está garantizada y un breve desplazamiento del vino hasta nuestro hogar no va a afectar en nada a sus cualidades internas. Por ello, comprar directamente en bodega resulta doblemente recomendable.
La compra de vino a través de Internet es un hecho imparable en la actualidad. Directamente de la bodega, aunque no vivamos cerca de esta y unos costes muy afinados, han conseguido que las compras de vino a través de este moderno medio se disparen año a año.
Si a todo ello añadimos la seguridad con que actualmente se puede comprar en la red, este medio se convierte en un sistema directo y fiable para adquirir vinos en las mejores condiciones y a los mejores precios.
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