Levantar nuestra copa y brindar es un acto casi litúrgico con el que comienza o culmina una buena comida o un acto social de cualquier naturaleza. Un brindis siempre es motivo de alegría… Se brinda por los novios, por la conclusión feliz de los estudios, por el provenir o por el año nuevo. Cualquier inauguración implica un brindis (y la botadura de un barco no digamos).
La historia del brindis se pierde en la noche de los tiempos. Existen múltiples teorías sobre cómo empezó todo.
Para algunos estudiosos, el hecho de chocar las copas entre los miembros de la nobleza servía para que el vino se mezclara, así se evitaba la tentación de envenenar al invitado. Esta teoría es poco probable que sea cierta, resulta demasiado retorcida.
Otros teóricos apuntan con más simpleza al origen de este comportamiento ritual y nos hablan del gesto para pedir más vino a los criados o taberneros, haciendo ruido al golpear sus copas de metal. Este sí podría ser el verdadero origen del brindis.
Sea como fuere, brindar es un comportamiento habitual asociado al vino en celebraciones, comidas o al tomar vino en pareja.
Sin embargo, y siempre según los puristas, no siempre realizamos bien el brindis. Las copas no deben chocarse unas con otras, sino adelantarse mientras se inclina ligeramente la cabeza para luego subirla con altivez.
Cierto es que a todos nos gusta el sonido afinado de las buenas copas al chocar pero no se considera de buen gusto.
Con franqueza, si a usted le gusta chocar la copa hágalo. Ahora bien, si un día tiene que comer con un rey, un duque o un conde, ya sabe…