Podar la vid es una de las labores más importantes de cuantas se llevan a cabo en el cultivo de la vid. Si la vid tiene demasiada carga de frutos, estos no producirán uvas de calidad y la cosecha será mediocre.
El momento de la poda llega con el frío, cuando la actividad de la plante se ve ralentizada y el flujo de savia es menor. De esta manera la cicatrización será más rápida y con menor riesgo. También se puede realizar una “poda de primavera”, justo cuando los primeros brotes comiencen a aflorar, es una forma de perfilar más las vides, dejándolas con la carga frutal óptima.
La influencia de la luna es importante a la hora de podar las cepas. Una luna en fase creciente determinará unos frutos más resistentes y robustos.
El trabajo de la poda se sigue llevando a cabo de la manera más artesanal. El viticultor se armará de una tijera, una podona, un hacha y cuantos utensilios de corte sean necesarios para la labor y dedicará toda su atención a determinar los sarmientos que se han de cortar.
Dejar a la vid con demasiados vástagos empeora sobremanera la calidad de los racimos que se recogerán durante la vendimia.