La copa de vino es mucho más que un recipiente donde servir este néctar divino, es la expresión final del éxito de un proceso que comenzó en la viña y que ahora llega a su culminación.

El vino necesita la copa para poder expresarse, es su último requisito antes de ser degustado. Porque la copa permite oler los aromas más recónditos, ver los colores más sutiles y saborear el sabor pleno del vino.

Cada vino requiere un tipo de copa que garantice su adecuada degustación, la puesta en escena de toda la amalgama de sensaciones que nos ofrecen los fabulosos vinos de España.

Las copas de vino también evolucionan. Los cálices de metales nobles que se emplearan en Grecia o Roma dan lugar, con el paso de los tiempos, a las copas de vino actuales, transparentes y abiertas.

También hay clases en el mundo del vino. Así, mientras los nobles de la edad media lo bebían en copas de metal adornadas con piedras preciosas (de las cuales se conservan no pocas en los museos), las clases populares hacían lo propio en jarrillas de barro y otros recipientes similares.

En la actualidad, las clases siguen marcando el discurrir del vino. Mientras que los vinos de calidad se degustan en copas altas y anchas, los “chatos” de vinos de la casa se siguen bebiendo en vasitos cónicos o en vasos de “chiquiteo” como sucede en el País Vasco. Sin hablar del “coronel”, vaso de Duralex ancho y alto, de cristal duro, que todavía se utiliza en algunos pueblos del sur de España.

La evolución también es reciente. La copa chata de cava y champagne ha dado paso a otras más estilizadas y finas, quedando las primeras para servir helados.

Vamos a describir, a continuación, los tipos de copas de vino que debemos emplear a la hora de proceder a su servicio, de manera que lo podamos degustar con todas sus propiedades.

TIPOS DE COPAS DE VINO

► Vinos de Jerez. Para el vino de Jerez debe emplear un “catavinos”. Se trata de la clásica copa alargada de tamaño medio que se estrecha. También se emplea (sobretodo con la manzanilla) un vaso cónico pequeño. Sin embardo, la tendencia es a emplear el catavinos en forma de copa ya que, al sujetarlo por la base, impedimos que el vino tome la temperatura de la mano.

► Cavas. En este caso la copa tiene un tronco más largo que las de Jerez y es más afilada y estilizada. Todo ello nos permite ver el preciso rosario de burbujas que fluyen desde la base hasta la boca misma de la copa. A esta copa se la denomina “flauta” o “copa de champagne”.

► Vinos tintos. Para estos vinos podemos utilizar la copa “Burdeos”. Una copa alta, de largo talle y forma de tulipán. Esta copa de vino permite la perfecta aireación de los vinos más elaborados y consiente que nuestra nariz respire el vino al tiempo que nos lo llevamos hasta la boca. Si se trata de un cristal muy fino, nos consiente ver la “teja” que bordea la superficie de la copa y los brillos salientes del vino.

► Vinos blancos. En este caso se recomienda una copa más baja y pequeña que la empleada para los vinos tintos, aunque no existe acuerdo en este sentido y algunos puristas recomiendan la copa “Burdeos” también para los vinos blancos.

► Vinos dulces y vinos generosos. El catavinos jerezano puede servirnos para degustar este tipo de vinos, aunque se recomienda una copa más achaparrada y con menos talle.

► Chacolí. Tirar el chacolí sobre un vaso chato es una delicia que, además, permite tomarlo en toda su plenitud.

LO QUE NUNCA DEBEMOS HACER

Existen prácticas que, no por más extendidas, son poco ortodoxas y de mal gusto.

■ Emplear copas o vasos de color. No debemos emplear ni tan siquiera aquellas que tienen tan sólo una suave tonalidad. Emplearlas impide apreciar todas las cualidades que el vino nos entrega.

■ Usar copas o vasos tallados. Resulta muy cargante e impide que el vino pueda destilar sus colores y brillos con esplendor.

■ Emplear una copa para disponer las servilletas en la mesa. Esta práctica se encuentra muy extendida en hostelería y resulta, a todas luces, incorrecta (nadie utilizaría un servilletero para servir el vino).

■ Utilizar copas o vasos de cristal grueso.

■ Disponer las copas sin comprobar, previamente, que no tienen ni motas de polvo ni manchas.

■ Mojar la copa antes de servirla. Esta costumbre está muy extendida en el sur y proviene de enfriar el vaso para servir cerveza. En el caso de la cerveza es correcto para impedir la formación de espuma desordenada en las paredes del vaso y también para bajar la temperatura.

Algunos aseguran que es para “por si tuviera polvo”. Para evitar el polvo, la copa de un establecimiento hotelero debe estar suspendida boca abajo.

■ Emplear copas de diseño extremadamente atrevido.

■ Servir el vino en vasos o copas de plástico (costumbre muy arraigada en las fiestas populares españolas).

LA COLOCACIÓN DE LAS COPAS DE VINO

Colocar las copas de vino en la mesa es más un ritual que un mero protocolo. Existen diversas fórmulas que nos permitirán disponer las copas de la forma más atractiva y cómoda para los comensales. Hemos escogido la más tradicional por tratarse de la forma más lógica para hacerse con el vino en la mesa.

► La copa de agua se situará frente al plato en la parte izquierda.

► La copa de vino tinto se colocará a la derecha de la de agua.

► La copa de vino blanco (más pequeña) la situaremos junto a la de vino tinto.

► Por último, pondremos la copa de cava a la derecha de la copa de vino blanco.

Poner más de cuatro vasos en la mesa se considera ostentoso, de mal gusto y poco práctico.

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