Los vinos de crianza se seleccionan a partir de uvas de gran calidad. Dicha uvas deben permitir el afinamiento y redondeo en barrica y botella durante un periodo prolongado tras la fermentación.
Para que se considere un vino de crianza, debe permanecer 12 meses en barrica de roble (americano o francés) y otros 12 meses de redondeo en los botelleros de la bodega.
Un vino de crianza no tiene nada que envidiar a los vinos de reserva no a los grandes reservas. Se trata de vinos que tienen una crianza suave que afina mucho la acidez y oxigena el vino.
El vino de crianza resulta ideal para maridarlo con aves, carnes blancas y pescados.