Para que un vino pueda ser considerado “Gran Reserva” debe permanecer al menos 24 meses en barrica de roble americano o francés. Posteriormente pasará un periodo de no menos de 36 meses en los botelleros de la bodega, buscando el máximo redondeo en botella.
Los grandes reservas son vinos tintos corpulentos, perfectamente estructurados que parten de una selección especial de las mejores uvas. Cabernet sauvignon, tempranillo o syrah son uvas destinadas en España a la elaboración de estos vinos nobles que se oxigenan plenamente de manera natural en las barricas sometidas a temperatura uniforme todo el tiempo de permanencia.
El aspecto de los grandes reservas es espectacular, presentando tonos picota y fresa. En boca son amplios, con retrogusto muy agradable. Su textura es aterciopelada y los aromas muy variados, desde la vainilla, el regaliz o el higo.
El maridaje de un vino de gran reserva es variado, aunque liga muy bien con asados, carnes al horno, pucheros tradicionales, carnes rojas y caza. Por su sabor poderoso aunque muy afinado, no se recomienda el mariaje con pescado ni marisco puesto que no permite saborear bien los productos del mar, excepción hecha de cazuelas marineras potentes y pescados carnosos como el rape o el marrajo.